Homilía del Padre José – Ciclo -A – 12 de enero de 2020
Son pocas las ocasiones en las que aparece Dios Padre en los Evangelios. En la escena del Bautismo se nos dice que: «Se oyó una voz del cielo: Este es mi hijo amado, escuchadle». También se nos dice que: «Se abrieron los cielos y se vio al Espíritu de Dios que bajaba como una paloma que venía sobre él». Estamos pues ante una Teofanía, es decir una manifestación de Dios y todo ello nos hace ver que, sin duda, estamos ante un acontecimiento fundamental en la vida de Jesús.
En la primera lectura tomada de Isaías 42,1-4,6-7, se nos habla de un personaje misterioso que por sus rasgos encarna al pueblo de Dios o a algunos de sus personajes históricos y con el que Jesús se identifica. Viene a salvar y a librar al hombre del mal no a condenar ni a aniquilar. «No romperá la caña cascada ni apagará la mecha que se extingue, son símbolos que todos entendían, pues, el pregonero real cuando anunciaba una condena a muerte apagaba el farol y rompía una caña. Este en cambio, animado por el Espíritu, librará al hombre en su ser más íntimo, pues como señala el texto: los ciegos recuperarán la vista y podrán caminar hacia la vida que perdura, los prisioneros recobrarán su libertad, la de hijos de Dios redimidos y amados.
Así se entiende el testimonio de Pedro en Cesarea, en casa de Cornelio, que recoge la segunda lectura de Hechos 10,34-38. Toda la vida de Jesús, marcada por la Unción del Espíritu de Dios, ha sido un paso entre los hombres para comunicarles el amor del Padre hasta dar su vida por el perdón de los pecados y la salvación de todos, incluidos los paganos como ocurre con el centurión Cornelio.
El Evangelio de Mt 3,13-17, nos coloca ante la escena del Bautismo de Jesucristo y denota hasta qué punto los primeros cristianos no entendieron este gesto de Jesús, pues pensaban que Jesús no tenía necesidad de bautizarse y además parecía que Juan Bautista era superior a Jesús. Pero el plan de Dios preveía también esto y Jesús se somete a la voluntad del Padre y también se pone de manifiesto así su condición de siervo que acepta la condición humana.
La escena teofánica, es muy rica en signos, pues pone de manifiesto que cielo y tierra se unen. La imagen de la paloma, que simboliza a Israel, ahora nos indica que estamos ante una nueva creación y una nueva humanidad en Cristo, en la que el Espíritu obra y en la que va a poner su morada.
Así, por una parte, es Jesús el que nos lleva al verdadero conocimiento de Dios por medio del Espíritu. Gracias a él, nosotros tenemos acceso al Padre. Por otra, el bautismo cristiano a diferencia del de Juan, nos convierte en Hijos. Todos los bautizados somos Hijos esperados y amados, sobre los que se posa el Espíritu del Señor y somos llamados como la primera comunidad cristiana, a dar testimonio de que Cristo es el Señor, con nuestra vida y con nuestra oración continua, afirmando, que en su Nombre se nos da la salvación, el perdón y la vida eterna.
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Padre José es sacerdote de la Orden de Predicadores y miembro activo de nuestra Fraternidad monástica virtual
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«.. somos llamados como la primera comunidad cristiana, a dar testimonio de que Cristo es el Señor, con nuestra vida y con nuestra oración continua, afirmando, que en su Nombre se nos da la salvación, el perdón y la vida eterna».
Que Dios nos ayude !
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Paz y bien hnas y hnos, asi es: Todos los bautizados somos Hijos esperados y amados, sobre los que se posa el Espíritu del Señor y somos llamados como la primera comunidad cristiana, a dar testimonio de que Cristo es el Señor
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