San José
José es el hombre justo. En el Antiguo Testamento, justo es el que sigue la ley y la voluntad de Dios. La ley no es estrictamente el cumplimiento de los diez mandamientos, sino que es todo el Pentateuco, es decir, creer en el designio histórico y moral de Dios sobre los hombres, viendo en los acontecimientos la mano misericordiosa de Dios. De este modo, el justo es el que rompe también las cadenas injustas, como cuando decide no denunciar a María. José es el hombre que sabe escuchar desde lo profundo del corazón, por eso, hace caso del ángel que se le aparece en sueños y hace lo que le dice: «hizo lo que le había mandado el ángel del Señor».
José es el servidor fiel en quien el amo confía. Los buenos servidores son los que se ganan la confianza de aquellos a quienes sirven. José es en una palabra el hombre justo según la justicia que proviene de la fe. Abrahan y José tienen en común no solo la fe y el ser justos, sino su capacidad de escuchar y de obedecer. Abrahan será Padre de los creyentes y José será padre de Jesús. A él le corresponde darle nombre como padre que le reconoce como tal y que indica la misión que tendrá: salvar a todos los que creen en él.
Si Moisés nos revela al que «es», José nos muestra al que es el «Señor», cuyo nombre es: Jesús, el Señor, el Hijo de Dios. Dios le ha concedido ser Padre de su Hijo. Dichoso y querido José que acoge, da nombre y nos muestra al Señor, al que podemos llamar con el dulce nombre de Jesús. Pablo, Apóstol de los gentiles, dirá que: «al nombre de Jesús, toda rodilla se doble, en el cielo en la tierra, en el abismo y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre» (Flp 2,10-11).
Gracias a José nosotros podemos acoger y repetir este nombre como señal y camino seguro de salvación. Repetirlo es acoger al Salvador que él acogió en sus brazos y nosotros lo acogemos en nuestro corazón. Es también de alguna manera convertirnos en padres de Jesús, llevarlo a nuestra vida, a nuestro trabajo a nuestras preocupaciones a todo lo que somos y hacemos. Todo momento y toda ocasión, todo acontecimiento, como el que estamos viviendo estos días de confinamiento, es ocasión propicia para hacer por la recitación del nombre de Jesús, que viva en nosotros la presencia del Señor, nuestro Salvador y por tanto, de la salvación que viene de Dios.
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Gracias por su compartir la Palabra.
Que en este día tan señalado, el Señor le bendiga y san José protegiendo. Felicidades.
Un saludo invocando el Santo Nombre de Jesús
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