
¿Qué vas a hacer hoy?
Pondré mi intención en hacer las cosas que tocan con la mayor calma posible. Buscaré cierta posición interior de confianza en la providencia. Cuando mi corazón se sitúa allí, todas las acciones son importantes, cobran significado aunque este permanezca sin formulación precisa. Los movimientos se vuelven tranquilos y armónicos. No me cuesta sentirme parte de una liturgia vital que se manifiesta en todos y en todas partes. Así da gusto vivir.
Pero hay dificultades, apremios, obligaciones, contratiempos… ¿Cómo hacer allí?
Dios quiere que lo encuentre en todo. ¿Puedes encontrarme en esto? ¿Y en esto otro? ¿Y también en esta situación particular? Su amor juega a las escondidas solo para que lo busque. Pretende que lo descubra también en la misma búsqueda. Quiero percibir su sagrada presencia en el día a día y a veces me doy cuenta de que ese “querer percibirlo” ya es Él mismo que me llama. Esta es una de las tantas formas de la oración.
Imagen extraída de elcomercio.pe
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