6° Domingo del T.O. – Ciclo A –
Todos nacemos libres, pero no siempre somos libres para escoger el bien, es decir, lo que Dios quiere, pues ser libre es saber escoger, y esto es el resultado de la conjunción de conocimiento y amor, de entendimiento y voluntad. El que vive en el odio o en la mentira, en el mal o en la falsedad, aunque sea libre no vive en libertad. La primera lectura del libro del Eclesiástico 15,15-21, nos invita a saber escoger: «Fuego y agua he puesto ante ti, alarga tu mano a lo que quieras»; para ello necesitamos de la sabiduría que viene de lo alto y así, poder escoger libre y responsablemente el bien: «A ninguno obligó a ser impío, a ninguno ha dado permiso para pecar».
Esa sabiduría como nos enseña San Pablo en la segunda lectura de 1ª Cor 2, 6-10, no es de este mundo. Es la sabiduría que brota de la cruz, por ello nos dice: «ninguno de los príncipes de este mundo la conoció, pues si la hubiesen conocido nunca hubiesen crucificado al Señor de la gloria». Pues bien, a nosotros esa sabiduría se nos ha dado por medio del Espíritu. El nos recuerda continuamente el amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, del que nada ni nadie nos podrá separar.
El Evangelio de Mt 5, 17-37, nos enseña en que consiste esa sabiduría que nos da Jesús. En primer lugar, él no ha venido a abolir la ley sino a mostrarnos la última voluntad de Dios. Toda la vida de Jesús ha consistido en ser fiel a esa voluntad, de ahí que haya vivido una libertad verdadera y por eso puede añadir al «se dijo», «pero yo os digo». De manera que: Los escribas y fariseos cumplen la ley, pero son duros con los demás, desprecian a los pecadores a quienes consideran impuros. No han entendido lo mejor de Dios, como es la misericordia y la interioridad en el obrar que Jesús nos enseña.
No basta con no matar, sino que cualquier clase de violencia es un atentado contra la vida. En la libertad que Jesús nos da, es necesario fomentar la paz y la concordia para garantizar el respeto a la vida y la integridad del prójimo. El adulterio es duramente castigado en Israel, pero la libertad que Jesús nos da, llega a la purificación del corazón, allí donde se toman las decisiones. Es eso, lo que hay que vigilar. El matrimonio y el divorcio inquietaban ¿Cómo abordarlos? Jesús nos invita a ser libres yendo a los orígenes, cuando Dios dijo: «serán los dos una sola carne». Nos recuerda así que el matrimonio es uno e indisoluble porque el amor de Dios es indisoluble e irrompible, como aparece en su intimidad: tres y uno, inseparables.
Con respecto al juramento, Jesús nos dice que el que es libre no jura, sino que su relación se basa en la sinceridad, la lealtad y la franqueza. Un sí o un no, basta. Todo lo demás viene del maligno, que es mentiroso y no quiere el bien del hombre. Jesús nos enseña, por tanto, a ser libres cumpliendo la voluntad de Dios. Si obramos en su nombre y vivimos en oración y alabanza continua, podremos ser libres para así poder cumplir la voluntad del Padre, como él. Que el Espíritu, nos guíe en esa gran aspiración y deseo de seguir a Jesús.
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Padre José es sacerdote de la Orden de Predicadores y miembro activo de nuestra Fraternidad monástica virtual
Aquí un comentario sobre la película «Ostrov» del Hermano Pablo Rafael
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Es una gran verdad en las innumerables formas de violencias que nos atraviesa,en nuestro caminar diario,especial las que son veladas por nuestra inconciencia, Que con la gracia de Dios lo hacemos conciente. Gracias hnos.
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Hermanos los saludo en Cristo Jesús :
A mí me ha llamado la atención en donde dice si obramos en su nombre y vivimos en continua oración,y alabanza continuas podremos ser libres para poder cumplir la voluntad del padre , como Él . Que el espíritu nos guíe en esa enorme aspiración y deseo de seguir a Jesús . Jesús está siempre invitándonos a seguirle y vivir una vida de santidad. Saludo cordial para todos ustedes .que el señor los proteja y los bendiga siempre. Paz y Bien para todos
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«No basta con no matar, sino que cualquier clase de violencia es un atentado contra la vida». Esta frase resuena mucho en mí. Las innumerables formas de violencia en las que caemos diariamente, que permanecen veladas, que no son evidentes. Violencia en el pensamiento, en el sentimiento, sutiles formas de separación y de segregación, un hacer diferencias en el corazón. Todo forzamiento es violencia, ese querer torcer lo que sucede en mi favor… Gracias Padre José por tu aporte. Un abrazo fraterno, invocando a Jesucristo.
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